Un hombre extraño
Vivía bajo el puente
Y veinte cabras blancas
Le hacían compañía
El campo que se abría
Lo fue absorviendo de a poco
Y lo hizo parte suya
Y sus pies fueron raíces
Rondaba en sus ojos
Una guerra, que su mente
Había destrozado
Y muchos soldados
Y voces que volvían
Pero eran cabras blancas
Su cabeza girando
El polvo del verano
Venía y despeinaba
Sus veinte cabras blancas
Y sus héroes de marlo
La helada fue perfilando
El cuerpo del hombre quieto
Y sobre la cabra madre
Durmió su sueño de espadas